Cuerpo
Mujer de 45 años con alteración del ritmo intestinal y SOH+. Se realiza colonoscopia identificando una úlcera rectal solitaria. Analítica, cultivos y serologías normales.
Se inicia tratamiento con Salofalk® rectal sin mejoría clínica ni endoscópica.
La rectorragia y dolor anal pueden ser secundarios al síndrome de la úlcera rectal solitaria, una enfermedad benigna de curso crónico que afecta sobre todo a jóvenes. Se asocia a una disfunción defecacatoria: la incoordinación muscular puede generar hipertrofia de la muscular mucosa alterando la vascularización y presentado isquemia o ulceración[1], [2].
Endoscópicamente se observa una úlcera rectal (0,5-5 cm), superficial, rodeada ocasionalmente por un halo eritematoso o blanquecino. Hasta un 30% con afectación múltiple.
La biopsia diagnóstica identifica el engrosamiento típico de la mucosa, elongación y distorsión de las glándulas, una lámina propia edematosa con gran cantidad de colágena y engrosamiento de la muscularis mucosae[1]-[3].
Los estudios complementarios previos al tratamiento quirúrgico comprenden la defecografía, la manometría anorrectal y la electromiografía[2].
Se debe realizar diagnóstico diferencial con: neoplasias, isquemia, enfermedad inflamatoria intestinal, colitis infecciosas (como el Mycobacterium chelonae), la colitis quística profunda, la úlcera estercorácea y traumatismos digitales[1], [3].
No existe un tratamiento curativo y debe individualizarse para mejorar el trastorno defecatorio subyacente. Se complementa la dieta con fibra y se realiza tratamiento conductual mediante “biofeedback”. Se ha probado el uso de enemas de sucralfato, esteroides tópicos y aminosalicilatos sin eficacia demostrada. En caso de prolapso rectal o persistencia de la sintomatología hay que considerar el manejo quirúrgico con escisión de la ulceración[1]-[3].