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¿Son útiles los probióticos en las enfermedades gastrointestinales?

Resumen

Se denominan probióticos a aquellos microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud. Existen múltiples estudios que establecen que estos compuestos pueden modificar la microbiota intestinal, y, por tanto, intervenir en la fisiopatología de distintas enfermedades que se han relacionado con una disbiosis de la microbiota intestinal. En este artículo se lleva a cabo una revisión de la evidencia disponible acerca de la utilidad de los probióticos en las enfermedades gastrointestinales.

Palabras clave:probióticos, microbiota intestinal, lactobacillus, bifidobacterium, sacharomyces.

Abstract

Probiotics are those living microorganisms, which, when are prescribed in adequate amounts, confer a health benefit. Multiple studies establish that these compounds can modify the intestinal microbiota and, consequently, transform the pathophysiology of various diseases that have been associated with gut microbiota dysbiosis. This article reviews the available evidence about the usefulness of probiotics in digestive diseases.

Keywords: probiotics, gut microbiota, lactobacillus, bifidobacterium, sacharomyces.

CORRESPONDENCIA

Carlos Martín de Argila

Hospital Ramón y Cajal

28034 Madrid

arlosmartindeargila@gmail.com

Introducción

Un gran número de especies microbianas residen en el tracto gastrointestinal. Existen estudios que relacionan la disbiosis de la microbiota intestinal con la fisiopatología de diversas enfermedades. Esto ha despertado un interés creciente en los probióticos y su utilidad en distintas patologías. El objetivo de esta revisión es recopilar la evidencia existente en el uso de los probióticos en las enfermedades gastrointestinales.

¿Qué es la microbiota intestinal y cuál es su función?

Se conoce con el nombre de microbiota intestinal al conjunto de microorganismos que colonizan establemente el tracto gastrointestinal[1]. Se calcula que existen más de 1014 bacterias en el organismo humano. La relación existente es mutualista, de forma que tanto las bacterias como el organismo resultan beneficiados[2].

En adultos sanos la composición de la microbiota es estable, pero hay que destacar que la microbiota de cada persona es única. Dominan dos grupos de microorganismos: Bacteroidetes y Firmicutes y en menor proporción Actinobacteria, Proteobacteria y Verrucomicrobiaf[3]. Además, la composición de la microbiota varía a lo largo del tubo digestivo. De esta forma, en el estómago la cantidad de bacterias es menor (<103 UFC/gr) debido a la secreción ácida y el número de bacterias va aumentando hasta llegar al colon, donde se encuentran aproximadamente el 70% de las bacterias del microorganismo (1.012 UFC/gr)[4].

Se ha descrito en diversos estudios que la microbiota interviene en el metabolismo así como en el sistema inmune[5]-[6] (Tabla 1).

Table 1

Funciones de la microbiota intestinal

MetabolismoAporte de nutrientes esenciales
Digestión de nutrientes no digeribles
InmuneActivación local de macrófagos
Aumento de la secreción de IgA
Aumento de la producción de mucina
Modulación de citoquinas
Competición de nutrientes con patógenos
Producción de bacterias contra patógenos

¿Qué son los probióticos y cuál es su mecanismo de acción?

Se denominan probióticos a aquellos “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud”[7]. Se define como prebióticos a “compuestos no digeribles que estimulan el crecimiento y actividad de un número de especies bacterianas de la microbiota, confiriendo un beneficio a la salud”[8]. Simbióticos serían aquellos productos que contienen probióticos y prebióticos[9].

La mayoría de los probióticos son bacterias, siendo los grupos más conocidos: Lactobacillus y Bifidobacterium. Aunque también se han descrito otras bacterias probióticas como cepas de Streptococcus (thermophilus) o E. coli (Nissle 1917). Asimismo destaca la existencia de la levadura probiótica Saccharomyces boulardii[10].

Existen múltiples formulaciones comerciales de probióticos, algunos etiquetados como medicamentos pero otros muchos como complementos alimenticios. Del mismo modo, cada formulación de una o distintas combinaciones de probióticos difiere tanto en la composición como en la cantidad de probiótico contenida[11].

Se han descrito múltiples mecanismos de acción para los distintos tipos de probióticos entre las que destacan: competición de nutrientes con patógenos, modulación de citoquinas, aumento de la resistencia a la colonización, aumento de la producción de AG de cadena corta, aumento del recambio de los enterocitos o regulación la permeabilidad intestinal modulando las uniones intercelulares[12]. Sin embargo, cabe destacar que cada efecto beneficioso sólo se puede atribuir a la cepa probiótica concreta estudiada y no se debe extrapolar, por tanto, a todo el conjunto de probióticos[12].

Utilidad de los probióticos en enfermedades gastrointestinales

Se ha llevado a cabo una búsqueda bibliográfica en PubMed bajo el término Probiotics AND cada uno de los descriptores MeSH de las entidades revisadas.

Con todo ello, se ha revisado la evidencia disponible acerca de la utilidad de los probióticos en las distintas patologías gastrointestinales en las que se ha propuesto la utilidad de estos componentes alimenticios. Se debe destacar que los probióticos apropiados deben ser seleccionados para cada entidad de acuerdo a los estudios.

Diarrea infecciosa aguda

Existen estudios que proponen la utilidad de los probióticos Saccharomyces boulardii y Lactobacillus rhamnosus GG en el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en niños[13], [14]. En una revisión sistemática Cochrane de Allen et al.[15] se incluyeron 63 ensayos clínicos de los cuales 56 corresponden a 6.489 pacientes pediátricos. Se concluyó que los probióticos disminuyen la duración de la diarrea aguda en 24,76 horas (IC 95%: -33,61 a -15,91) así como que reducen el riesgo global de diarrea mayor o igual a cuatro días en un 59% (RR: 0,41; IC 95%: 0,32-0,53). Hay que destacar, en primer lugar, que la mayoría de los estudios incluidos en esta revisión estaban realizados en población pediátrica y que los probióticos mayoritariamente estudiados eran Saccharomyces boulardii y Lactobacillus rhamnosus GG. De acuerdo a estos resultados, la guía de la European Society for Pediatric Gastroenterology (ESPGHAN) concluyó que los probióticos Saccharomyces boulardii y Lactobacillus rhamnosus GG pueden ser útiles en el tratamiento de la diarrea aguda en niños[16]. Sin embargo, no existe evidencia consistente acerca de la utilidad de los probióticos en el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en adultos[17]. De hecho, la guía del American College of Gastroenterology (ACG) establece que los probióticos no están recomendados en el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en adultos[18].

Conclusión: los probióticos (Sacharomyces boulardii y Lactobacillus rhamnosus GG) pueden ser útiles en el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en niños. No hay clara evidencia de la utilidad de los probióticos en el tratamiento de la diarrea aguda en adultos.

Diarrea asociada a antibióticos

En el caso de la prevención de la diarrea asociada a antibióticos existen diversos metaanálisis que proponen la eficacia del Saccharomyces boulardii y el Lactobacillus rhamnosus GG[18], [19]. Lactobacillus rhamnosus GG demostró su eficacia en niños, no siendo significativos los resultados en adultos; si bien sí que demostró eficacia en un subgrupo de adultos que recibían tratamiento antibiótico para la erradicación de Helicobacter pylori[20]. Atendiendo a estos hallazgos, la guía de la ACG recomienda el uso de probióticos en este contexto[18]. No obstante, hacen falta más estudios para establecer la dosis y duración recomendada.

Conclusión: los probióticos (Lactobacillus rhamnosus GG y Sacharomyces boulardii) pueden ser útiles para disminuir el riesgo de diarrea asociada a antibióticos.

Síndrome de intestino irritable (SII)

Existen múltiples estudios acerca del uso de probióticos en esta entidad. Sin embargo, la mayoría son estudios muy heterogéneos y comparan probióticos con composiciones y posología muy diferentes lo que hace que no sea posible extraer conclusiones robustas. Así mismo, la metodología de algunos de los estudios no parece del todo adecuada y los resultados son contradictorios[21]-[23].

Actualmente, el manejo terapéutico del síndrome de intestino irritable se dirige a tratar de acuerdo al síntoma predominante. En esta estrategia terapéutica, cuando el síntoma que destaca es la diarrea los probióticos no han demostrado utilidad[23]-[25]. En cuanto al uso de probióticos para el control del dolor y de la distensión abdominal, el metaanálisis de Ford et al. concluyó que estos compuestos podrían ser eficaces[25]. No obstante, la heterogeneidad de los probióticos incluidos en los estudios hacen que no se puedan extraer resultados concluyentes. En este ámbito, por tanto, son necesarios más estudios para esclarecer qué probiótico y a qué dosis puede ser útil para cada uno de los síntomas predominantes del síndrome de intestino irritable.

Conclusión: los probióticos podrían ser útiles en el dolor y distensión abdominal en pacientes con SII. Sin embargo, no hay suficiente evidencia a la hora de recomendar un determinado probiótico para un determinado síntoma predominante del SII.

Infección por Helicobacter pylori

La utilidad de los probióticos en el tratamiento de la infección por Helicobacter pylori radica, por una parte, en tratar de disminuir la tasa de efectos secundarios de los tratamientos erradicadores y, por otro, en tratar de aumentar la tasa de erradicación[26], [27]. En un metanálisis reciente[28] que incluye 30 ensayos clínicos con un total de 4.302 pacientes se concluía que la adición de probióticos al tratamiento erradicador disminuye la aparición de los principales síntomas asociados a los tratamientos: náuseas (RR: 0,6 (0,52-0,70) p<0,0001), vómitos (RR: 0,72 (0,53-0,98) p=0,04), diarrea (RR: 0,55 (0,39-0,77) p=0,01) y dolor epigástrico (RR: 0,81 (0,72-0,90) p<0,0001). Del mismo modo, concluía que aumentaba la tasa de erradicación en un 12,2% (RR: 1,12, IC 95%: 1,09-1,15, p<0,001). En este estudio se incluyeron múltiples probióticos y no se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ellos. Sin embargo, la mayor evidencia disponible de la utilización de probióticos en la infección por Helicobacter pylori proviene de estudios con el probiótico Saccharomyces boulardii. En el metanálisis de Szajewska et al.[29], que incluye 11 ensayos clínicos con un total de 2.200 pacientes, se concluye que el probiótico Saccharomyces boulardii lograba disminuir la aparición de efectos adversos asociados a la terapia erradicadora (RR: 0,44, IC 95%: 0,31-0,64) así como aumentar la tasa de erradicación (RR: 1,11, IC 95%: 1,06-1,17). Estudios más recientes con Lactobacillus reuteri ofrecen también datos interesantes del beneficio de este probiótico en el tratamiento de la infección por Helicobacter pylori y en la disminución de los efectos secundarios de las terapias erradicadoras[30], [31].

Sin embargo conviene destacar que parece que el beneficio en las tasas de erradicación que ofrece la adición de determinados probióticos al tratamiento antibiótico frente a Helicobacter pylori es mayor cuanto menos eficaz sea el tratamiento antibiótico erradicador que se emplee. Dang et al. sugieren que la adición de probióticos a la terapia antibiótica es solamente útil cuando la terapia con antibióticos obtiene tasas de erradicación menores del 80%[32].

Se debe tener en cuenta que la gran mayoría de los estudios que han evaluado la eficacia del empleo de agentes probióticos junto al tratamiento erradicador de H. pylori se han efectuado en tratamientos con terapias triples. Por tanto, aún no hay evidencia disponible del beneficio de estos compuesto en las nuevas terapias cuádruples recomendadas en las nuevas guías de práctica clínica para el tratamiento de esta infección[33]-[34]. Sin embargo, es probable que si se ha demostrado utilidad de los probióticos con las terapias triples (especialmente en la disminución de los efectos adversos de los tratamientos), este efecto se mantenga e incluso aumente con las nuevas terapias cuádruples que combinan más agentes antibacterianos.

Conclusión: determinados probióticos (en particular Saccharomyces boulardii y Lactobacillus reuteri) parece que pueden ser útiles asociados a la terapia erradicadora de Helicobacter pylori, ya que pueden disminuir los efectos secundarios de los tratamientos erradicadores e incluso aumentar las tasas de erradicación. Sin embargo, no existe evidencia de su eficacia al administrarlos asociados a las nuevas terapias cuádruples, por lo que su indicación debe ser individualizada y habrá que esperar a estudios con estos tratamientos.

Enfermedad inflamatoria intestinal (EII)

Existen estudios que relacionan la enfermedad inflamatoria intestinal con una respuesta inmunológica inapropiada a las bacterias intestinales y con una disrupción en el balance de la microbiota intestinal en un huésped genéticamente susceptible. Es por ello, que se ha prestado especial interés en el uso de los probióticos en este aspecto. La posibilidad del efecto beneficioso de los probióticos en la enfermedad inflamatoria intestinal varía en función de sus distintas entidades.

Reservoritis

Las mayores evidencias científicas en cuanto al uso de probióticos en la enfermedad inflamatoria intestinal se disponen en la reservoritis. Está bien establecido el papel de las bacterias intestinales en la esta entidad y de ello radica la buena respuesta clínica con el uso de antibióticos. Existen tres ensayos clínicos con una duración de entre nueve meses y un año[35]-[37] que concluyen que la administración de la mezcla de probióticos contenida en la preparación comercial VSL#3® (Lactobacillus casei, L. plantarum, L. acidophillus L. delbrueckii subespecie bulgaricus, Bifidobacterium longum, B. breve, B. infantis, Streptococcus salivarius subespecie thermophilus) es eficaz en el mantenimiento de la remisión de la reservoritis. Del mismo modo, un metanálisis[38] que incluye tres ensayos clínicos con este preparado y una revisión sistemática de la Cohcrane[39] concluyen que VSL#3® disminuye la tasa de recaída en el mantenimiento de la remisión de la reservoritis (RR: 0,18; IC 95%: 0,10-0,34).

Conclusión: VSL#3® puede ser útil en el mantenimiento de la remisión de reservoritis.

Colitis ulcerosa

En cuanto a la utilidad de los probióticos en la colitis ulcerosa existen múltiples estudios de características muy heterogéneas. La mayoría de los estudios con probióticos en la colitis ulcerosa se han realizado con VSL#3® y con E. coli Nissle 1917[40], [41]. Un metanálisis reciente de Shen et al.[38] concluyó que los probióticos aumentaban la tasa de remisión de la enfermedad (RR: 1,8, p<0,0001). Sin embargo, al realizar un análisis por subgrupos de probióticos, únicamente VSL#3® mostró una eficacia estadísticamente significativa (RR: 1,74; p: 0,004). En estudios más antiguos, se concluía que el probiótico E. coli Nissle 1917 era tan eficaz como una dosis baja de 5-ASA en la prevención de la recaída de la colitis ulcerosa[42], [43]. Sin embargo, en un metanálisis reciente[38] los resultados no fueron estadísticamente significativos (RR: 0,99; IC 95%: 0,79-1,24). Dos revisiones sistemáticas de Cochrane[44], [45] concluyen que no existe evidencia suficiente para recomendar el uso de los probióticos en la inducción ni en el mantenimiento de la remisión de la colitis ulcerosa.

Conclusión: aunque hay datos prometedores, no existe aún evidencia suficiente para recomendar el uso de probióticos en la colitis ulcerosa.

Enfermedad de Crohn

Por su parte, los resultados del uso de los probióticos en la enfermedad de Crohn no son beneficiosos en la inducción de la remisión[46] (RM: 0,80; IC 95%: 0,04-17,2) ni el mantenimiento de la remisión[47] (RR: 0,43; IC 95%: 0,15-1,20), así como tampoco en la prevención de la recurrencia postquirúrgica (RR: 1,41; IC 95%: 0,59-3,36)[48].

Conclusión: Los probióticos no parecen ser útiles en la inducción de la remisión, en el tratamiento de mantenimiento ni en la prevención de la recurrencia postquirúrgica de la enfermedad de Crohn.

Conclusiones

Existe un interés creciente en la microbiota y en la utilidad de los probióticos como posibles agentes moduladores de diversos mecanismos patogénicos en distintas enfermedades gastrointestinales. Hasta la fecha existen múltiples estudios publicados en la literatura en pacientes con enfermedades gastrointestinales, pero la mayoría incluyen un reducido número de enfermos, son muy heterogéneos y poseen importantes limitaciones metodológicas. Además, los distintos estudios emplean en las diferentes enfermedades diferentes probióticos (incluso combinaciones de ellos), a diferentes dosis y con distintas duraciones del tratamiento lo que complica aún más la evaluación de su verdadera eficacia. Los posibles efectos beneficiosos demostrados para una cepa probiótica específica no pueden ser extrapolables a otras cepas y, por tanto, una cepa microbiana con categoría de probiótico por haber demostrado eficacia en una indicación concreta no es necesariamente válida para otras indicaciones. Además, las múltiples diferencias en la composición y dosis entre las distintas preparaciones comerciales de probióticos dificulta su adecuada prescripción.

De acuerdo a la evidencia disponible determinados probióticos pueden ser beneficiosos en el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en niños, en la prevención la de diarrea asociada a antibióticos, en el tratamiento de la infección por Helicobacter pylori y en la prevención de los efectos secundarios de las terapias erradicadoras, así como en el mantenimiento de la remisión de reservoritis en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (Tabla 2).

Tabla 2

Entidades en las las que determinados probióticos parecen eficaces.

EntidadProbióticos
Diarrea infecciosa
agua en niños
Lactobacillus rhamnosus GG
Saccharomyces boulardii
Prevención de diarrea asociada a antibióticosLactobacillus rhamnosus GG
Saccharomyces boulardii
Tratamiento de la infección por Helicobacter pylori y prevención de los efectos secundarios de las terapias erradicadorasLactobacillus reuteri
Saccharomyces boulardii
Mantenimiento de la remisión de reservoritisVSL#3

En cualquier caso, son necesarios ensayos clínicos controlados y multicéntricos de mayor tamaño y metodológicamente más precisos para aclarar la utilidad de determinados probióticos en las distintas enfermedades gastrointestinales.

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Falsa estenosis de colon

Resumen

La entero-resonancia magnética es hoy en día una herramienta fundamental en la evaluación de los pacientes con enfermedad de Crohn. Permite evaluar la extensión de la enfermedad y la presencia de complicaciones como son las estenosis.

Para ello es importante no solo una adecuada interpretación de las imágenes sino también la realización de la técnica.

Alteraciones en la motilidad colónica o la preparación intestinal influyen en los hallazgos y pueden llevar a imágenes falsas como en el caso que presentamos.

Palabras clave: Enfermedad de Crohn, estenosis de colon, entero resonancia.

Abstract

Magnetic resonance enterography is an essential tool in the evaluation of patients with Crohn’s disease. It helps studying the extension of the disease and the presence of possible complications such as stenosis.

Therefore, it is important a precise interpretation and also a right technique.

Some disorders in colon motility or an insufficient bowel cleansing may have an impact and even can lead to fake images such as in the case we are presenting.

Keywords: Crohn’s disease, colon stricture, magnetic resonance enterography.

CORRESPONDENCIA

Cristina Saldaña Dueñas

Complejo Hospitalario de Navarra

31008 Pamplona (Navarra)

crisaldu@hotmail.com

Caso clínico

Mujer de 25 años con enfermedad de Crohn desde los 8 años (A1B2L3+L4+p). Fue intervenida en 2007 por clínica obstructiva realizándose resección ileocecal y doble resección segmentaria de yeyuno e íleon. Posteriormente recurrencia sobre la anastomosis precisando dilatación endoscópica de la estenosis de la anastomosis hasta en 3 ocasiones. En tratamiento con Humira® semanal intensificado por pérdida de respuesta secundaria. Desde 2012 presenta cuadros suboclusivos de repetición que se han hecho más frecuentes desde 2014. Por ello se decidió completar estudio mediante EnteroRM para descartar estenosis asociadas.

En la enteroRM se identifica una estenosis , probablemente crónica con fibrosis, a nivel del colon transverso, que pudiera ocasionar leve dilatación preestenótica (Figuras 1-3) y que podía justificar el cuadro clínico.

Se decidió hacer colonoscopia con intención de dilatación en la cual no se evidenció ninguna estenosis en colon ni en otro nivel y sin datos de actividad.

Se interpretó como una falsa imagen en probable relación a la técnica y a que no se administraron antiespasmódicos previamente.

A pesar de la ausencia de estenosis en otros niveles y la ausencia de alteraciones endoscópicas la paciente ha continuado con los cuadros suboclusivos que se han relacionado con síndrome adherencial.

Figura 1

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Figura 2

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Figura 3

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La enteroRM nos aporta información esencial sobre las estenosis en la enfermedad inflamatoria como el componente de fibrosis o el patrón inflamatorio asociado[1]-[4]. No debemos olvidar que limitaciones en la técnica (administración o no de antiespasmódicos, limpieza intestinal, secuencias utilizadas, situación basal del paciente…) y de alteraciones orgánicas subyacentes como la aquí descrita pueden crear falsas imágenes que nos conduzcan a actitudes terapéuticas agresivas (intensificación de tratamiento, dilataciones endoscópicas….). Es por tanto que su interpretación deba realizarse por radiólogos y gastroenterólogos expertos.

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Presentación poco frecuente de pólipos pediculados

Resumen

Palabras clave: pólipos colónicos, pedículo, polipectomía .

Abstract

Keywords: colonic polyps, pedunculus, polypectomy.

CORRESPONDENCIA

Víctor González Carrera

Hospital General de Almansa

02640 Almansa (Albacete)

vgcarrera@yahoo.es

Caso clínico

Presentamos el caso de un varón de 54 años, con HTA como único antecedente de interés. Tras presentar un resultado positivo en el test de sangre oculta en heces, dentro del programa de cribado de cáncer colorrectal regional, realizamos una colonoscopia. En dicha exploración, con una preparación adecuada según la Escala de Boston, identificamos, a 45cm del margen anal, tres pólipos pediculados con una base de implantación común (Figura 1). Realizamos una resección en bloque (Figura 2) con asa de diatermia, tras inyección de adrenalina diluida (1:10000); colocamos un clip hemostático profiláctico por presencia de una escara profunda. El estudio histológico demostró la existencia de tres adenomas pediculados túbulo-vellosos, uno de ellos con un foco de displasia moderada, estando el borde común de resección libre de lesión.

Figura 1

Tres pólipos pediculados con una base de implantación común, situados a 45cm del margen anal.

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Las lesiones polipoides pediculadas (0-Ip)[1] se manejan habitualmente con polipectomía convencional[2]. En este caso, por su atípica presentación, la duda en su abordaje se planteó entre una polipectomía conjunta o de cada una de las lesiones pediculadas. Finalmente, realizamos una resección en bloque con buen resultado tanto técnico, sin complicaciones, como histológico, sin riesgo de recurrencia.

Figura 2

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¿Cuándo decir “basta” en una CPRE para evitar complicaciones?

¿Cuándo decir “basta” en una CPRE para evitar complicaciones?

La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) es el método de elección para drenar la vía biliar en la mayoría de los pacientes con anatomía normal. La manipulación de la papila de Vater para canular y desobstruir el colédoco conlleva la posibilidad de que aparezcan complicaciones como pancreatitis aguda, sangrado o perforación del área papilar. Desde las primeras CPRE terapéuticas en el año 1973 los dos aspectos básicos analizados en la técnica son la tasa de éxito en drenar la vía biliar (con obstrucción o fístulas) y el porcentaje de complicaciones.

Hay numerosos estudios publicados que analizan si el éxito en el drenaje y los acontecimientos adversos dependen del número de CPRE que se realizan en un determinado centro[1].

Para valorar estos trabajos hay que tener en cuenta el ámbito socio sanitario en el que se realizan. En muchos países el ejercicio de la Medicina y la gestión de los hospitales se basan en el principio de “oferta-demanda”. Los pacientes pueden acceder al Hospital que les ofrezca mayor confianza. En la información en Internet de estos centros se subrayan el éxito en las diversas técnicas, muchas veces refrendados por estudios publicados en revistas científicas o trabajos presentados en congresos. Un centro con gran cantidad de CPRE puede atraer más clientes lo que supone un beneficio para todos.

En los sistemas de salud públicos el presupuesto de un hospital está en gran parte cerrado por unas asignaciones fijadas de antemano, de tal forma que el “atraer” pacientes de fuera del área sanitaria determinada no es una opción válida. En una hipótesis extrema si un gran número de pacientes quisieran ser atendidos en un centro por la relevancia de una técnica y se les permitiera, el hospital tendría unos resultados económicos negativos.

También es cierto que en los sistemas de salud públicos están previstas las derivaciones a centros con disponibilidad en ciertas técnicas. Este aspecto conlleva frecuentemente molestias a pacientes y familiares por el traslado y, habitualmente, listas de espera.

En España, el sistema de formación en especialidades médicas denominado MIR ha supuesto la distribución por toda la geografía nacional de gastroenterólogos muy bien formados que han intentado ser autosuficiente en todos los ámbitos de la especialidad de Aparato Digestivo y en concreto en la terapéutica endoscópica.

Evitar molestias de traslados a pacientes y familiares y disminuir tiempos de espera nos llevó hace años a realizar CPRE en nuestro Hospital. Analizamos luego los resultados de esta técnica de endoscopia terapéutica avanzada en un centro pequeño[2], [3]. Este objetivo ha continuado después en otros estudios posteriores como el trabajo que aparece en este número de la Revista Castellana de Gastroenterología[4].

Se analizan en este estudio 1.276 CPRE realizadas en diez años. Por lo tanto, unas 130 intervenciones anuales, unas diez mensuales y algo más de dos por semana. Observando las cifras de éxito (78,3%) y complicaciones (8,4%), se deduce que cada mes se drenó la vía biliar en ocho de diez pacientes y que hubo algo menos de una complicación mensual. Si se consideran como aceptables unas tasas de éxito estándar superiores al 90% y unas complicaciones alrededor del 10%, el primer análisis de estos datos es que tanto el éxito como las complicaciones son ligeramente inferiores a lo considerado como habitual en una práctica adecuada de la CPRE.

Otra lectura es que se ha evitado derivar a otros centros a ocho de cada diez pacientes a los que se ha drenado la vía biliar con menos complicaciones de lo esperado. Además, la tasa genérica de mortalidad en la CPRE, alrededor del 1%[5], ha quedado reducida en este centro al 0,2%.

La mayoría de las complicaciones en la CPRE provienen de lo que se denomina “canulación profunda difícil” del colédoco. Cada vez que se toca con un catéter o esfinterotomo la papila de Vater el riesgo de pancreatitis aumenta. Saber cuántos intentos hay que efectuar y durante cuánto tiempo, más que ciencia es un arte[6]. Cada endoscopista tiene una sensación distinta de que una papila podrá o no canularse tras intentos repetidos.

Por ejemplo, una CPRE fallida en un paciente con coledocolitiasis sin colangitis es un fracaso que puede solucionarse reintentando la intervención una semana más tarde o remitiendo al paciente a otro centro. Pero una CPRE fallida con una pancreatitis grave como consecuencia de los intentos repetidos de canulación es un desastre.

Algo similar puede decirse de los intentos de sección externa de la papila (Figura 1) con esfinterotomo de aguja (Needle-Knife) ya sea en su variedad clásica de comenzar a cortar desde el orificio papilar o por encima de él (infundibulotomía). Además de pancreatitis, esta técnica puede ocasionar perforación del área papilar. Un paciente perforado por un precorte de aguja sin la vía biliar drenada es una situación bastante angustiosa, aunque en la literatura se comente que las perforaciones de esta zona por intentos de canulación biliar pueden curar con tratamiento conservador sin necesidad de intervención quirúrgica.

Figura 1

Sección externa (precorte) de la papila de Vater con esfinterotomo de aguja.

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Es cierto que en un hospital pequeño en el que puede no existir radiología intervencionista toda la carga del drenaje biliar puede recaer sobre el endoscopista que realiza CPRE. En un estudio realizado en nuestro hospital[7] se analizaron las CPRE con un tiempo de canulación prolongado de más de sesenta minutos. Las conclusiones fueron que aunque se logró resolver la obstrucción biliar hasta en un 75% de los pacientes, hubo complicaciones graves (perforaciones del área papilar) que llevaron al fallecimiento a cinco enfermos (mortalidad del 2%). Por lo tanto, no parece adecuada la práctica de prolongar en exceso el tiempo de canulación.

Un campo que debe desarrollarse en los centros pequeños de CPRE es el drenaje biliar por ecoendoscopia. El endoscopista biliopancreático está muy acostumbrado al manejo de distintos tipos de guías, utensilios de diatermia, dilatación, etc. Por ejemplo, la coledocoduodenostomía por ecoendoscopia puede ser una alternativa para el drenaje de la ictericia obstructiva tumoral, en donde la CPRE es mucho más compleja cuando el área papilar está infiltrada.

Parece por lo tanto que en un centro pequeño (menos de 200 CPRE anuales) y tal como muestra el artículo que comentamos[4], es más adecuado reducir ligeramente la tasa de éxito, acompañada también de una disminución en las complicaciones, proporcionando una CPRE segura al 80% de los pacientes. Muy probablemente estos resultados provienen de saber hasta cuándo hay que insistir en la canulación del colédoco.

Hay que estar también preparados para realizar CPRE urgentes con el objeto de tratar complicaciones de CPRE previas. Por ejemplo, en ocasiones el tratamiento de la hemorragia post esfinterotomía biliar se realiza mejor con el duodenoscopio que con el gastroscopio. A veces hay que insertar una prótesis biliar metálica recubierta para detener una hemorragia papilar o una perforación del colédoco (Figura 2).

Figura 2

Perforación del colédoco tras una esfinteroplastia tratada mediante la inserción de una prótesis metálica recubierta.

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Para 1.276 CPRE parecen haber intervenido muchos endoscopistas en fases de formación distintas que reflejan el recambio frecuente de profesionales en ciertos centros y falta de continuidad en el mismo hospital. Para asegurar una CPRE eficaz y sin complicaciones es necesario la dedicación contínua de pocos endoscopistas.

Este estudio apoya, una vez más, que puede realizarse CPRE, especialmente biliar, en centros pequeños si se tienen en cuenta algunos aspectos básicos.

Debe explicarse en el consentimiento informado que no es una endoscopia convencional y que el procedimiento se parece más a una intervención quirúrgica. Que la CPRE no está exenta de posibles complicaciones graves pero, en todo caso, es menos invasiva que la cirugía.

El endoscopista debe tener claro y explicar al paciente y a sus familiares qué opciones tomar en caso de no poder canular el colédoco o de no conseguir un drenaje biliar satisfactorio. Haber definido antes de la CPRE unas alternativas en el caso de no poder acceder a la vía biliar en un tiempo razonable es uno de los factores más importantes para evitar complicaciones.

En un centro en el que se realizan unas 130 CPRE anuales, como en el trabajo que comentamos, no parece conveniente que haya más de dos endoscopistas que realicen las algo más de dos CPRE semanales. Durante la intervención endoscópica hay que tomar decisiones rápidas que solo pueden ser correctas si al menos cada siete días hay que resolverlas. Incluso tras muchos años y miles de CPRE, cada papila es distinta. Si es posible, debería asistir también la misma enfermería. La CPRE es una labor de equipo en que si un eslabón falla el procedimiento puede ir del éxito al fracaso más estrepitoso en pocos instantes.

Un centro con unas 130 CPRE anuales no parece un lugar indicado para la enseñanza de la técnica sino más bien para perfeccionar la destreza de las personas que habitualmente llevan a cabo el procedimiento.

Es preciso llevar un registro continuo de las tasas de éxito y complicaciones. La autocrítica es un buen método para perfeccionar la técnica.

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CPRE: resultados y complicaciones en una cohorte española en diez años.

Resumen

Introducción: la CPRE es una técnica en continua evolución, con una larga curva de aprendizaje y no exenta de complicaciones.

Objetivos: evaluar los resultados de la CPRE y su evolución en los últimos diez años en un hospital de segundo nivel.

Material y métodos: estudio retrospectivo en el que se incluyeron los pacientes sometidos a CPRE entre 2005 y 2014.

Resultados: se incluyeron 1.276 CPRE (excluyendo CPRE intraoperatoria). Los pacientes presentaban una edad media de 68,114,8 años. Las indicaciones más frecuentes fueron coledocolitiasis (38%), colangitis (13%), ictericia obstructiva (12%) y pancreatitis aguda (14%). El 33,3% de las exploraciones fueron realizadas en régimen ambulante y el 66,7% en pacientes ingresados. La mayor parte de CPRE (78,3%) fueron realizadas por endoscopistas “Senior” (>200 CPRE). Se logró el éxito técnico en 78,3% de los casos. En cuanto a complicaciones, la tasa global fue de 8,4% (106 pacientes) desglosadas en 2,8% de pancreatitis postCPRE, 2,3% de complicaciones cardiopulmonares en relación con la anestesia, 1,2% de colangitis postCPRE, 1% de hemorragia postpapilotomía y 0,9% perforaciones. La tasa de hemorragia intraprocedimiento fue del 6%. La mortalidad fue del 0,2% en relación con una parada cardio-respiratoria durante la exploración, y dos pacientes con pancreatitis aguda grave.

Conclusiones: la CPRE en nuestro centro es una técnica segura y eficaz, cuyo porcentaje de complicaciones y tasa de éxito se ajusta al publicado en la literatura.

Palabras clave: CPRE, complicaciones, papilotomía, pancreatitis.

Abstract

Introduction: ERCP is an invasive technique in continuous evolution, with a long learning curve and even if performed by experts there could be some complications.

Aims: to evaluate the results of ERCP and its evolution over the past ten years in a 2nd level hospital. Methods: a retrospective study in which patients undergoing ERCP between 2005 and 2014 were included.

Results: 1,276 ERCPs were included (excluding intraoperative ERCP). Patients had a medium age of 68.114.8 years. The most frequent indications were choledocholithiasis (38%), cholangitis (13%), obstructive jaundice (12%), and acute pancreatitis (14%). One-third (33.3%) of examinations were performed in outpatients and 66.7% of inpatients. Most of ERCP (78.3%) were made by “Senior” endoscopists (that means more than 200 ERCP performed). Success was achieved in 78.3% of cases. The overall complication rate was 8.4% (106 patients). We had 2.8% of pancreatitis postERCP, 2.3% anesthetic related complications (cardiopulmonary), 1.2% postERCP cholangitis, 1% of bleeding post-papillotomy, and perforation rate was 0.9% of our cases. The intraprocedural bleeding rate was 6%. Mortality was 0.2% due to one cardiac arrest during the test, and two patients died because of severe acute pancreatitis.

Conclusions: ERCP in our center is a safe and effective technique, the percentage of complications and the success rates are adjusted to the published literature.

Keywords: ERCP, complications, papilotomy, pancreatitis.

CORRESPONDENCIA

Miguel Pérez Ferrer

Paseo de los Olmos, 3, 2º Puerta 5

28005 Madrid

miguelpferrer@gmail.com

Introducción

La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) es una técnica empleada en la práctica clínica habitual, en continua evolución. Se ha convertido en un procedimiento casi exclusivamente terapéutico, abandonando los fines diagnósticos en sus principales indicaciones.

Además, la mayor accesibilidad de la técnica, hoy en día disponible en gran cantidad de centros secundarios, ha requerido un mayor número de endoscopistas formados en CPRE, lo que conlleva una gran dedicación por su larga curva de aprendizaje y su dificultad.

Material y métodos

En este estudio, nos planteamos analizar la experiencia en nuestro centro, tras quince años de implantación de la técnica, para valorar la eficacia, seguridad y evolución.

Se diseña un estudio descriptivo, basado en la revisión de historias clínicas de pacientes sometidos a CPRE en nuestro hospital, que cuenta con una capacidad de 420 camas y presta servicio a un área de 250.000 habitantes.

Se incluyen todos los pacientes a los que se realiza CPRE entre los años 2005 y 2014. Quedan excluidos los pacientes sometidos a CPRE intraoperatoria, por las diferencias técnicas con la CPRE convencional.

Durante la revisión, se verifica y codifican los datos procedentes del informe de la unidad de endoscopias así como la evolución clínica del paciente para analizar las complicaciones.

Definición de variables y criterios diagnósticos

Se define como éxito la resolución de la indicación principal de la técnica o la patología que ha originado esta indicación. Consideramos endoscopista “Junior” a aquel que ha realizado menos de 200 CPRE y como “Senior” aquel que sobrepasa esta cifra. Diferenciamos entre CPRE ambulante e ingresada, siendo la primera aquella que se realiza sin implicar una estancia hospitalaria mayor a 8 horas.

Consideraciones estadísticas

La estadística descriptiva ha sido expuesta mediante frecuencias absolutas y relativas, y las variables cuantitativas como su media con su desviación estándar (DE) si seguían una distribución normal o en su defecto, la mediana con su rango intercuartílico si no lo hacían. Se utilizó Access XP® como base de datos y el paquete estadístico SPSS (Statistical Package for Social Science) versión 20.0 en castellano para los análisis estadísticos.

Resultados

En total se han codificado 1.276 informes de CPRE entre los años 2005 y 2014.

La edad media se sitúa en los 68,114,8 años, realizándose en 625 varones (49%) con una media de 67,912,9 años y en 651 mujeres (51%) con una media de 68,316,4 años. Se trata de una población con una distribución homogénea en la que destaca el aumento de la edad media en los últimos años.

Indicaciones y técnica

Las indicaciones más solicitadas han sido la presencia de coledocolitiasis, en un 38% de los casos, seguida de colangitis (13%), e ictericia obstructiva (12%), tal como se recoge en la Figura 1. Otras indicaciones menos frecuentes han sido la pancreatitis aguda (9%), la dilatación de vía biliar sin coledocolitiasis confirmada (5%), la fístula biliar (3%), la retirada de prótesis y el ampuloma con un 2% cada una de ellas y un grupo heterogéneo de indicaciones diagnósticas y terapéuticas que en total representan el 14% de las pruebas solicitadas.

Figura 1

Indicaciones CPRE.

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Respecto a la procedencia, 425 CPRE (33,3%) fueron realizadas en régimen ambulante (sin ingreso posterior, salvo en caso de complicación) y 851 CPRE (66,7%) en pacientes ingresados.

De las 1.276 CPRE, 999 (78,3%) han sido realizados por un endoscopista “Senior”, mientras que 275 (21,6%) han sido realizadas por endoscopistas “Junior”, hecho más frecuente en los últimos años de estudio. Según la prioridad: 302 (23,7%) se realizaron de forma urgente, 968 (75,9%) programadas y 6 (0,5%) no fueron codificados (Figura 2). Observándose con los años una mayor tendencia a realizar la técnica de forma urgente, posiblemente por una mayor disponibilidad y por la ampliación de las indicaciones.

Figura 2

Urgencia. Figura que representa dicotomía entre CPRE programadas vs. urgentes.

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La CPRE se considera efectiva (éxito técnico que implica la resolución de la indicación por la que se solicitó) en un 78,3% de los casos. El éxito técnico mejora paulatinamente en el periodo estudiado desde un 76,8% en el periodo 2005-2007 hasta un 78,3% en el 2011-2014.

Respecto a la realización de papilotomías, se han efectuado en 755 de los casos estudiados (59,2%) empleando las siguientes técnicas: papilotomía convencional en 591 (78,3%); Precorte en 71 (9,4%); Needle Knife en 37 (4,9%); infundibulotomía en 30 (4%) y por último se realizó esfinteroplastia a 26 pacientes (3,4%). La evolución temporal en cuanto a las técnicas de abordaje complejas ha ido a favor de la infundibultomía, perdiendo peso el precorte y el uso de Needle-Knife en los últimos años.

Se realizó limpieza coledocal en 550 pacientes (43,1%). Se han colocado un total de 291 prótesis (22,8%), siendo 250 biliares (85,9%) y 41 pancreáticas (14,1%).

Complicaciones

Tras la realización de la CPRE, 106 pacientes (8,4%) presentaron complicaciones, siendo la más frecuente la pancreatitis postCPRE en 36 casos (2,8%), aún a pesar de la colocación sistemática de prótesis pancreáticas plásticas cuando hay canalización del conducto pancreático. En los últimos años y tras revisar los datos aquí reflejados, se está protocolizando en nuestro centro la profilaxis sistemática con supositorios de Indometacina previo al procedimiento. Además, 29 pacientes (2,3%) tuvieron alguna complicación cardiopulmonar que obligó a suspender la intervención, 11 (0,9%) presentaron perforación asociada a la técnica, 13 (1%) presentaron hemorragia postCPRE, 15 (1,2%) fueron diagnosticados de colangitis postCPRE y 2 (0,2%) tuvieron otras complicaciones. Además 3 casos de colangitis postCPRE (0,2%) también asociaron pancreatitis. Se registraron dos paradas cardiorespiratorias (0,2%) recuperándose una de ellas.

Durante el procedimiento 76 pacientes (6%) presentaron sangrado postpapilotomía, solventándose mediante técnicas de electrocoagulación, esclerosis con adrenalina, o colocación de hemoclips.

En cuanto a mortalidad, se han recogido dos éxitus (0,2%), en relación con una parada cardiorespiratoria intraprocedimiento y una pancreatitis aguda grave.

En el campo de comorbilidades, 17 casos (1,3%) presentaban previamente un elevado riesgo anestésico, de los cuales cuatro (0,3%) presentaron complicaciones cardiovasculares que obligaron a suspender la intervención.

Tabla 1

Resumen datos técnicos

Éxito técnico78,3% (n=999)
Tipo de papilotomía
– Convencional
-Precorte
-Needle-Knife
Infundibulotomía
Esfinteroplastia

59,2% (n=755)
78,3% (n=591)
9,4% (n=71)
4,9% (n=37)
4% (n=30)
3,4% (n=26)
Colocación de prótesis22,8% (n=291)
– Biliar
– Pancreática
85,9% (n=250)
14,1% (n=41)
Complicaciones
– Pancreatitis
– Anestésica
– Perforación
– Hemorragia
– Colangitis
– Otras

8,4% (n=104)
2,8% (n=36)
2,3% (n=29)
0,9% (n=11)
1% (n=13)
0,2% (n=2)

Discusión

Los avances en CPRE en los últimos años y la expansión de la técnica a hospitales de segundo nivel han abierto un nuevo horizonte en el manejo de los pacientes con patología biliopancreática.

En el plano diagnóstico la CPRE ha ido perdiendo peso, siendo relegada a un papel secundario fundamentalmente por la colangioresonancia y la ecoendoscopia. En algunos casos esta última, complementa a la CPRE, por ejemplo para abordajes complejos y reconstrucciones quirúrgicas que alteran el acceso al área papilar y por ende a la canalización de vía biliar. En el terreno de la terapéutica es donde poco a poco, con la mayor experiencia de los endoscopistas dedicados a CPRE y los avances técnicos, se ha conseguido ampliar el rango de intervención, inicialmente más centrado en el manejo de patología benigna[1], [2]. Con la evolución de la técnica se va extendiendo hacia un mayor manejo de la vía biliar, incluyendo en algunos casos la patología maligna en detrimento de la cirugía. Estos cambios están avalados por los buenos resultados tanto en éxito técnico como en reducción de morbimortalidad, estancia hospitalaria y costes[3]-[5].

Si bien, es una técnica que presenta riesgos, su proyección y beneficios avalan su uso respecto a sus complicaciones. Frecuentemente se hace referencia en la literatura a la necesidad de una larga curva de aprendizaje y la realización del procedimiento de forma frecuente para mantener un adecuado perfil de seguridad y eficacia por parte del endoscopista[6], [7], motivo por el cual en nuestro centro se intenta apostar por la docencia y el relevo de los profesionales, incrementándose los procedimientos realizados por endoscopistas “Junior” que cada vez tienen un mayor peso a medida que avanza su formación[8]-[10]. En nuestro estudio observamos que durante los últimos tres años los endoscopistas “Junior” realizan entre el 35% y el 50% de las exploraciones.

Otro de los pilares a la hora de la reducción de complicaciones es la correcta selección de los pacientes con criterios objetivos que evalúen el beneficio, permite aumentar la seguridad del procedimiento disminuyendo complicaciones innecesarias. Aunque, como recoge S. Rodríguez Muñoz, a veces puede ser difícil negar una prueba a un paciente[11], por tratarse de una técnica invasiva, que requiere sedación, con el riesgo de morbimortalidad anestésica que conlleva, debemos valorar detenidamente la indicación de la misma y las alternativas disponibles.

Respecto a las complicaciones propias de la técnica nuestros resultados nos ubican dentro de lo descrito por la literatura[12]-[15], tanto en el ámbito nacional, reduciendo ligeramente la tasa de complicaciones descrita por García Cano[15] en un centro secundario (si bien es cierto que varios años después, en los que la técnica ha mejorado sustancialmente) como con estudios internacionales como el descrito por Coelho Prabhu[17] en Estados Unidos. La pancreatitis postCPRE es la más frecuente (2,8% en nuestro centro). Además, el correcto manejo y selección de pacientes previo a la intervención, junto con la coordinación de los distintos servicios posteriormente, han situado la mortalidad asociada a la prueba por debajo del 0,33%. Asimismo podemos observar su aumento con relación a la edad del paciente, donde a partir de los 60 años, se agrupan el mayor número de complicaciones.

En cuanto a la evolución de las complicaciones, también detectamos un aumento que puede relacionarse con una mejora en la codificación de los datos y los cambios observables de los últimos años. Entre ellos, un aumento considerable de las CPRE realizadas de forma urgente, que en el último año superaron con creces a las CPRE programadas. En el contexto de una población cada vez más envejecida, con una importante comorbilidad estos datos deben ser tomados con cautela y analizados según su evolución.

Cabe mencionar el elevado porcentaje de complicaciones cardiovasculares obtenido, definidas como aquellas que obligaron a finalizar la prueba. Tras el análisis de datos, presentamos cifras del 2,3%, superiores al 1% publicado por la American Society for Gastrointestinal Endoscopy (ASGE)[18]. Si bien es cierto que en los datos publicados por la ASGE no se concreta a qué tipo de complicaciones cardiovasculares se refiere. El grupo de edad más afectado por estas complicaciones es el situado por encima de 70 años, pudiendo explicarse en parte por ser el grupo al que más se le realizó el procedimiento y además, el que mayor comorbilidad suele llevar asociada. Aun así, y pese a no ser una complicación directamente relacionada con la técnica, debería analizarse posteriormente junto con el Servicio de Anestesiología por ser un posible punto de mejora en los futuros años.

Con respecto al resto de los datos, se puede observar una muestra que coincide en gran parte con los estudios publicados por otras unidades especializadas en CPRE[16], [17], en cuanto a indicaciones, técnica y datos demográficos. En este último punto destacar el incremento progresivo de la edad de los pacientes, que puede deberse a múltiples factores, incluyendo el envejecimiento de la población a la que se da servicio nuestro centro, junto con la tendencia a ofrecer técnicas menos invasivas previas a la opción quirúrgica.

En lo referente a la técnica, se registra una evolución durante los diez años donde, excluyendo la papilotomía convencional, se observa un incremento de las técnicas alternativas para la manipulación de la papila. En los últimos años destaca un relativo abandono del abordaje con Needle-Knife y del precorte con un mayor uso de la infundibulotomía, probablemente por un mejor perfil de seguridad y por la experiencia previa de la unidad.

Por otro lado hemos querido evaluar la tasa de éxito (refiriéndonos al éxito técnico, considerando como tal la resolución de la indicación por la que se solicitó la prueba). Los resultados muestran una tasa de éxito levemente inferior a lo publicado en la literatura que no se correlaciona con un mayor riesgo para el paciente, ya que la tasa de complicaciones se mantiene en los resultados esperados. Comentar que el éxito es un parámetro que no se suele registrar, pero que consideramos importante para conocer de manera más precisa los resultados obtenidos. De hecho, es motivo de un subanalísis para identificar las indicaciones con menor éxito, identificar las causas de éste y para optimizar el abordaje posterior de estos pacientes, o bien mediante una CPRE en un segundo tiempo o bien si se consideran subsidiarios de una intervención quirúrgica para la resolución del cuadro.

En definitiva podemos destacar que al igual que en centros de referencia, la técnica ha evolucionado progresivamente, a la vez que los endoscopistas, dando servicio a una población envejecida (y con una demanda previsiblemente en aumento por este hecho) con un adecuado perfil de seguridad y una eficacia en continua mejoría.

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